domingo, 11 de enero de 2015

La peste de Barcelona de 1821. Un brote de fiebre amarilla importado desde Cuba.

Barcelona, ​​sufrió una epidemia de fiebre amarilla que acabó con la vida de una sexta parte de la población de la ciudad durante el verano y otoño de 1821.  Se trata de una enfermedad viral procedente de zonas cálidas, que se transmite por la picadura del mosquito aedes aegypti, en aquella época era conocida como el vómito negro, o la plaga americana. Se daba la paradoja que Barcelona se había expuesto a ella por culpa de la tan deseada apertura del comercio y tráfico de esclavos con las Antillas.

Debido a que las primeras víctimas eran parte de la tripulación así como trabajadores del puerto de la ciudad, se asumió que la enfermedad llegó a bordo del barco Gran Turco y otros buques que habían arribado recientemente desde Cuba.  El gran turco había perdido a varios de sus marineros durante la travesía; tras descargar mercancía en Málaga y fue a fondear en Barcelona, donde los calafates que subieron a hacerle reparaciones fueron rápidamente atacados por el virus, muriendo poco después.

Al principio, la mayoría de los casos estaban limitados a la zona de la Barceloneta. Esta inicial concentración de la enfermedad entre una zona pobre llevó a tildar de negligencia por parte de algunas autoridades locales y cruces de acusaciones entre políticos y división de opiniones entre los médicos de la época, unos defensores del origen tropical de la epidemia, y otros que creían que se debía a la suciedad del puerto barcelonés, aparecieron rumores de la existencia de pozos envenenados o de la distribución de alimentos contaminados.


Por aquel entonces, la enfermedad era difícil de diagnosticar. Se sabía poco de ella y se confundía con males endémicos locales, como el tifus y las fiebres asociadas a ictericia. De hecho, el primer nombre que se le dio en Barcelona fue el de tifus o calentura amarilla.

El número de muertes siguió aumentando hasta agosto. Se produjo un éxodo de la mayor parte de los ciudadanos más ricos, el alcalde decidió quedarse. A los médicos y a los farmacéuticos se les ordenó permanecer, mientras policías y 3000 milicianos, la mitad de los cuales murieron heroicamente tratando de evitar disturbios y saqueos. Ante el hecho de que una importante epidemia de la enfermedad se había extendido por toda la ciudad, con cientos de personas muriendo cada día, las autoridades cerraron los accesos de entrada y salida de Barcelona, estableciendo un cordón sanitario. Se abrió un hospital en la Virreina, en Gracia. También se hundieron los barcos sospechosos de estar contaminados a principios de septiembre.

Fue tal el pánico que provocó, que vinieron comisiones científicas de todos los países de Europa, forzando a cambiar las leyes sanitarias.

La escasez de alimentos y de agua potable agravó la situación. Francia estableció un cordón de seguridad con 15000 soldados para prevenir que los refugiados atravesaran los Pirineos. Otras medidas adoptadas incluyeron el cierre de sus puertos a los buques catalanes o poner en cuarentena a todos los buques españoles. Madrid también tomó medidas mediante el control de sus puntos de acceso identificando a los ciudadanos catalanes que entraran en la ciudad. Hasta se suspendieron las corridas de toros.

Se iniciaron campañas de recaudación de alimentos y dinero para las zonas afectadas. En noviembre, la epidemia gradualmente disminuyó, y con el inicio del frío de diciembre finalmente cesó por completo. El puerto de Barcelona se reabrió el día de Navidad. Se estima que entre 18000 y 20000 personas murieron en Barcelona de fiebre amarilla entre agosto y diciembre de 1821. Otro lugares cercanos de la región también resultaron severamente afectados, incluyendo Tortosa , Tarragona y o las islas Baleares.

Más información: 

- Sobre la fiebre amarilla. Viajarseguro.org
- Hoffmann, La peste a Barcelona ; Peset Reig , Muerte en España (Política y Sociedad Entre la peste y el cólera).

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