sábado, 22 de septiembre de 2012

San Roque en el Hospital de Jacopo Robusti “Il Tintoretto”

Por el Dr. Alberto Ortiz

Pintor llamado así por el oficio de su padre, tintorero de sedas, Tintoretto fue uno de los más genuinos representantes de la escuela veneciana. Se educó artísticamente en Venecia, aunque su estilo adquirió un intenso dramatismo tras un viaje a Roma para estudiar a Miguel Ángel, cuando todavía no era maestro. Además, esta influencia se vio acentuada por la corriente manierista, imperante en Italia en aquel momento. A partir de entonces, las figuras se alargarán y mostrarán pronunciados escorzos, y aumentarán los efectos de la perspectiva escénica y los violentos contrastes entre luces y sombras. 


San Roque se distinguió por el auxilio a los enfermos de peste cuando en Italia estalló la primera gran epidemia en 1348. Desde este mismo momento, fue un santo muy venerado en toda Europa, y se le invocaba para conseguir su protección frente a las plagas. Por esta razón, las representaciones sobre su figura y sus hechos fueran muy abundantes. Sus imágenes también sirvieron para ejemplarizar el altruismo y el sacrificio que hizo por enfermos a los que con tanto amor cuidó. No obstante, con el tiempo, la leyenda de san Roque se distorsionó, llegándose a decir que restablecía a los enfermos de peste mediante la señal de la santa cruz. En base a esta creencia, Tintoretto presenta al santo, ataviado con su traje de peregrino, en el momento de realizar una de sus curaciones milagrosas a un enfermo tumbado. En las partes laterales de la habitación se distribuyen los apestados componiendo un par de marcadas diagonales, que se unen en el centro de la escena. De esta forma, se consigue focalizar la atención en el centro de la composición, justo donde está el santo, al mismo tiempo que se genera un efecto de profundidad sorprendente.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Corral de granja de Jan Siberechts

Por el Dr. Alberto Ortíz
Durante el barroco, la pintura de género flamenca se dedicó a representar la realidad con un predominio del deseo de agradar, tanto por el empleo del colorido como por la gracia de las imágenes reflejadas, independientemente de la significación religiosa o política que impregnó los diferentes estratos de la sociedad. En el plano costumbrista, el pintor natural de Amberes, Jan Siberechts, será un distinguido heredero de una tradición que comenzó a ser muy popular en el siglo XVI con Pieter Bruegel “El Viejo”, y que continuó posteriormente, en el siglo XVII, con David Teniers, como uno de sus más destacados exponentes. Pero a diferencia de sus predecesores, Siberechts dio un enfoque diferente a estas escenas de género y paisajes, en cuya composición se interesó principalmente por la representación de la vida campestre natural y sencilla, enmarcada en el contexto de un entorno apacible. 



Este rasgo diferencial con respecto a otras pinturas de género, se puede contemplar en este cuadro donde un grupo de granjeros están realizando las tareas propias de su oficio. De la imagen se podría concluir que el trabajo en el caserío está bien organizado; los hombres, incluido el adolescente que sale del pesebre con un rastrillo en su mano, se dedican a los trabajos más arduos y penosos, mientras que las mujeres, aunque también ayudan en la labores de la granja, se centran principalmente en los quehaceres domésticos como llevar la cesta con ropa para su lavado o el cuidado de los niños. En este sentido, destaca la mujer sentada de frente al espectador despiojando a una niña. Viéndola absolutamente concentrada en la búsqueda de parásitos, mirando y hurgando en todas las partes del cuero cabelludo, se podría deducir que la mujer ya ha realizado esta tarea con anterioridad, y está acostumbrada a hacerla. Además, nos da una idea de la alta frecuencia de infestación de piojos y otros ectoparásitos entre los niños.