La interpretación más
extraordinaria sobre el arte barroco es aquella que considera a esta corriente
como una poderosa arma propagandística de la Contrarreforma Católica. Las
imágenes, llenas de triunfalismo, eran un medio de difusión de los valores y principios
acordados en el concilio de Trento. De una forma atractiva para los fieles, se
pretende dar un mayor realce a la vida y hechos más destacados de los santos
que han constituido un magnífico ejemplo para la vida diaria del cristiano.
Entre los santos más celebrados, se encuentran aquéllos que dan fe de la
validez de las buenas obras, como lo fue en su momento san Carlos Borromeo al
administrar la comunión a los afectados de una epidemia de peste.
Esta imagen, que glorifica al mismo tiempo al sacramento de la eucaristía y a la visita a los enfermos, fue tratada por un gran número de artistas, como el checo Karel Skréta, principal representante de la escuela barroca de su país, y cuya carrera estuvo marcada principalmente por la realización de retratos y de cuadros de gran formato destinados a la decoración de iglesias.
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