Por el Dr. Alberto Ortíz
En el año 1630 se declaró una
gran epidemia de peste que atacó con gran virulencia al centro y norte de
Italia, extendiéndose después al resto de Europa. Bolonia fue una de las
ciudades donde la epidemia golpeó más duramente, y las autoridades de la ciudad,
preocupadas por los estragos que la plaga estaba causando entre la población,
se encargaron en organizar solemnes procesiones y diferentes actos litúrgicos
dirigidos principalmente a la virgen del Rosario, y otros santos protectores
locales, implorando su intercesión para el cese de la enfermedad. Por este
motivo se encargo al pintor boloñés Guido Reni una pintura para que formara
parte de las ceremonias celebradas para pedir el fin de la epidemia. Reni se
formó en la escuela de los Carracci, creadores del selecto arte boloñés de
finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Aunque viajó a Roma en 1602, el
influjo tenebrista imperante en aquel momento no le influenció notablemente.
Reni se decidió por un estilo más decorativo en el que imperan las tonalidades
claras, difuminados suaves y elegantes figuras. Sus composiciones más complejas
se caracterizan por la sencillez, alcanzando una gran popularidad como pintor
de temas religiosos, muchas veces impregnados de una cargante sensiblería.
El retablo es un testimonio
visual de los efectos que causó la epidemia en la población de su Bolonia
natal. Al igual que otras pinturas coetáneas, el lienzo se puede englobar en el
grupo de cuadros distinguidos o caracterizados por su contenido devocional y la
función religiosa entorno a la epidemia. En la actualidad, sabemos que la causa
de las epidemias de peste se debe a la bacteria Yersinia pestis transmitida por la pulga de la rata
negra. Sin embargo, en aquella época, debido a la ignorancia de la causa de la
infección y su posterior tratamiento, la sociedad atribuía los orígenes de la
plaga a la ira de Dios que se desencadenaba como reacción a los pecados de la
comunidad. De esta manera, para asegurar un remedio seguro a la clemencia
divina se realizaron este tipo de solemnes representaciones y se organizaron
rituales colectivos en los que estas pinturas devocionales fueron mostradas
públicamente, constituyendo el estandarte que guiaba la procesión.
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