miércoles, 1 de agosto de 2012

Retablo de la peste de 1630 de Guido ReniGiuseppe María Crespi

Por el Dr. Alberto Ortíz



En el año 1630 se declaró una gran epidemia de peste que atacó con gran virulencia al centro y norte de Italia, extendiéndose después al resto de Europa. Bolonia fue una de las ciudades donde la epidemia golpeó más duramente, y las autoridades de la ciudad, preocupadas por los estragos que la plaga estaba causando entre la población, se encargaron en organizar solemnes procesiones y diferentes actos litúrgicos dirigidos principalmente a la virgen del Rosario, y otros santos protectores locales, implorando su intercesión para el cese de la enfermedad. Por este motivo se encargo al pintor boloñés Guido Reni una pintura para que formara parte de las ceremonias celebradas para pedir el fin de la epidemia. Reni se formó en la escuela de los Carracci, creadores del selecto arte boloñés de finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Aunque viajó a Roma en 1602, el influjo tenebrista imperante en aquel momento no le influenció notablemente. Reni se decidió por un estilo más decorativo en el que imperan las tonalidades claras, difuminados suaves y elegantes figuras. Sus composiciones más complejas se caracterizan por la sencillez, alcanzando una gran popularidad como pintor de temas religiosos, muchas veces impregnados de una cargante sensiblería.



El retablo es un testimonio visual de los efectos que causó la epidemia en la población de su Bolonia natal. Al igual que otras pinturas coetáneas, el lienzo se puede englobar en el grupo de cuadros distinguidos o caracterizados por su contenido devocional y la función religiosa entorno a la epidemia. En la actualidad, sabemos que la causa de las epidemias de peste se debe a la bacteria Yersinia pestis transmitida por la pulga de la rata negra. Sin embargo, en aquella época, debido a la ignorancia de la causa de la infección y su posterior tratamiento, la sociedad atribuía los orígenes de la plaga a la ira de Dios que se desencadenaba como reacción a los pecados de la comunidad. De esta manera, para asegurar un remedio seguro a la clemencia divina se realizaron este tipo de solemnes representaciones y se organizaron rituales colectivos en los que estas pinturas devocionales fueron mostradas públicamente, constituyendo el estandarte que guiaba la procesión.




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