Por el Dr. Alberto Ortiz
En 1570 una gran epidemia de peste arrasó gran parte del norte de Italia, siendo la ciudad de Milán una de las poblaciones más afectadas. El número de muertos fue enorme, disminuyendo considerable la población. Ante el desconcierto general, los enfermos y moribundos eran abandonados en las calles, y muy pocas personas se dignaban en prestarles ayuda. Precisamente, en este aspecto es donde sobresale la figura de San Carlos Borromeo, obispo de Milán. Carlos Borromeo que durante el punto más álgido de la epidemia de peste no dudó en lanzarse a la calle a prestar consuelo y suministrar alimentos a enfermos y desvalidos. Así, y como se puede comprobar en el cuadro, el pintor nos retrata a San Carlos impartiendo el sacramento de la Eucaristía a los diferentes enfermos. El santo se muestra bajo palio, celebrando una procesión, para rogar el fin de la epidemia. Durante este acto se acercó a los afectados no sólo para suministrarles la comunión, sino también para proporcionales fuerza espiritual que les aliviara de su sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario