Una sección coordinada por el Dr. Alberto Ortiz
Este colosal fresco, ejecutado por la mano del pintor barroco Andrea Pozzo en los últimos años del siglo XVII, supone uno de las representaciones más monumentales realizadas sobre San Ignacio de Loyola. Aparte de su faceta como pintor, Andrea Pozzo destacó también como arquitecto, decorador y teórico en el marco de un estilo barroco tardío. El pintor concibió el encargo como un magno proyecto para idealizar la grandeza y gloria del fundador de la Compañía de Jesús, lo cual no le supuso ningún problema ya que el propio artista se había ordenado sacerdote y había ingresado años atrás en la orden jesuíta. Esta afiliación fue un hecho fundamental para el entendimiento de la obra y la proyección de la fe a través de la imagen de San Ignacio y del núcleo de su predicación.
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